La frase “Crisis como oportunidad de cambio” debe haberse repetido en esta cuarentena tantas veces como los días que llevamos “encerrados”. Frente a momentos adversos o complejos hay una necesidad imperante de imprimir una mirada positiva a la negatividad, de exponer la oportunidad por encima de la crisis y de iluminar enseguida un cartel fluorescente que diga “Tranquilo. Hay salida”.
Más allá de las buenas intenciones y del ánimo constructivo detrás de estos consejos, es importante entender que una crisis es una crisis y que va a sentirse incómoda. El camino va a ser difícil, nos va a molestar, o peor aún, doler; nos va a obligar a movernos de lo conocido e incluso nos obligará hasta volver a aprender.
Obviar el aspecto duro de la crisis es como encontrarse en medio de un “incendio” repitiendo “todo está bien” mientras nos quemamos.
Por eso insisto en cuestionarnos: ¿Es siempre una crisis sinónimo de oportunidad?
Me gusta agregarle la palabra “Depende”.
Depende de cómo decidamos transitarla.
Depende de la agudeza de nuestra mirada.
Depende de nuestra actitud y colaboración.
Depende de cuánto estemos dispuestos a incomodarnos y aprender.
Depende de nuestro coraje y capacidad de dar pelea.
Vayamos por partes…
“Crisis” en chino se construye usando dos caracteres: el de “Peligro” más otro que representa “Punto Crucial”.
El “Peligro” denota que estamos en una situación límite. Nos indica que tenemos que triplicar la atención y agudizar los sentidos. Peligro es un cartel rojo en la mitad del camino que sugiere PARAR a cero. No podemos seguir la marcha como si nada, no podemos desoír ni una señal más. Si seguís, te caes. No hay más margen.
“Peligro” nos advierte que las formas y los recursos que usábamos hasta hoy ya no nos sirven más. Necesitamos cambiar las herramientas, las formas, las miradas, incomodarnos y desaprender lo viejo para que algo nuevo pueda aparecer.
“Peligro” es una gran invitación a zambullirnos en la incomodidad y el malestar de cuestionarlo todo; de encontrarnos con nuestros propios límites, con nuestras propias sombras, miedos, inseguridades, frustraciones y también desafíos.
Vayamos ahora al otro caracter chino: “Punto Crucial”. Ese punto de no retorno, la llegada a la bifurcación, al centro de la cruz de las mil aristas. ¿Qué hago? ¿Hacia a donde voy? ¿Que camino sigo? La decisión que tome va a ser clave. De esta decisión dependerá la suerte de mi crisis.
El paso que demos será clave, sí. Pero me animo a decir que cuanto más honestos seamos en la pileta de la incomodidad más enteros llegaremos al punto crucial, cuando más abajo nos animemos a nadar dentro de las propias napas, con igual fuerza saldremos a la superficie. Y cuando nos encontremos en ese centro de las mil aristas, llegaremos a tomar esa decisión con CONCIENCIA y estaremos listos para la ACCIÓN.
A veces necesitamos llegar al límite de nosotros mismos para ir por lo que verdaderamente necesitamos.
Pero como dice Hipócrates: Antes de curar a alguien, preguntale si está dispuesto a renunciar a las cosas que lo enfermaron.
FIN