Hoy en día los ayunos son una propuesta que está “de moda”. Se difunden para bajar de peso y hasta como una opción “saludable” de desintoxicación corporal. Pero, ¿qué hay de cierto?
El ayuno en sí es una reducción de la ingesta durante un tiempo determinado. Puede ser total o parcial -implica tomar líquidos-. En general, las personas lo hacemos naturalmente mientras dormimos. En ese lapso, acompañando el ciclo del sueño, nuestro cuerpo repone energías utilizando los recursos nutricionales que tiene del día previo.
Ahora bien, ¿es viable sostenerlo en periodos largos o en los momentos de actividad sin percibir complicaciones?
- Si bien es cierto que el ayuno favorece a la reducción de grasas, se presentan muchas quejas ante efectos displacenteros y hasta perjudiciales para la salud. Entre ellos, es posible sentir cansancio o lentitud, disminución de la atención o complicaciones para concentrarse. Sumado a esto, puede generar mal aliento y mareos.
- Es difícil de sostener y la posibilidad de generar un efecto rebote es muy alta. Algunos agregan que pueden fomentar atracones en los periodos fuera del ayuno promoviendo trastornos de la alimentación; e incluso, están contraindicados para personas diabéticas ya que pueden desregular fácilmente los niveles de azúcar en sangre.
La realidad es que son planes efectivos para la disminución de peso. Incluso hoy se debate a nivel científico si traen beneficios para mitigar los riesgos de algunas enfermedades, como las cardiovasculares. Sin embargo, no hay evidencia significativa que avale sus efectos beneficiosos y duraderos a lo largo del tiempo.
Si estás pensando en utilizar esta estrategia, recordá que su función es similar a la de un plan alimentario hipocalórico diseñado por un médico y como tal, el ayuno siempre debe ser supervisado por un profesional de la salud. |
Si tenés alguna duda, consultá con tu médico.
Dra. Florencia Rolandi, Médica Cardióloga, MN 100.667.