La rutina y el apuro diario nos llevan a resolver algo tan importante como la comida en apenas unos minutos. Pasamos por un fast food, llamamos al delivery o descongelamos algún envasado sin pensar en cuánto puede afectar esto a nuestra salud. El corazón es uno de los órganos que más lo siente, pero “pequeños cambios pueden hacer una gran diferencia” dice la licenciada Luisina Pelaez (MN 8219 – MP 3448) del staff de nutrición de Crenyf, quien nos da algunos tips para comenzar a cuidarlo:
Reaprendé a alimentarte. Conectate con tu alimentación y con los alimentos que ingerís. Buscá el cambio hacia el consumo de alimentos menos procesados, con menos aditivos e ingredientes dañinos para la salud. Transitá un camino hacia una alimentación real, con alimentos naturales, sin conservantes, los que nos da la tierra. Elegí lácteos descremados y carnes magras, consumí cereales integrales e incorporá legumbres y frutas secas.
Aumentá el consumo de vegetales. Tratá de incorporar 2 porciones por día, además de de frutas (las guías alimentarias para la población argentina nos sugieren el consumo de 3 porciones al día). Recordá que cuantos más colores haya en nuestros platos, mayor cantidad de vitaminas y minerales estaremos incorporando.
Usá el aceite en crudo. Disminuí la cantidad de frituras y el consumo de golosinas, galletitas, productos de panadería, bebidas azucaradas, embutidos y fiambres y snacks. Recordá que ningún alimento está prohibido, pero la prevención comienza por tomar consciencia sobre su frecuencia de consumo y cantidad.
¡Usá menos sal! Es clave para cuidar al corazón. Comenzá a utilizar mayor cantidad de especias para cocinar (curry, comino, pimienta, pimentón, páprika, provenzal, laurel, ciboulete, etc.). Animate a probar y combinar.
Volvé a la comida casera. Lo que hagamos en casa es más sano, siempre. Dejemos el delivery para algún caso en particular. Sumemos a los niños de la casa a cocinar. Hagamos que sean parte del acto de cocinar ya que eso los motivará a comer. Que el acto de comer sea un encuentro con la familia. Apaguemos las pantallas y disfrutemos de la comida.
Todos estos hábitos, dice la nutricionista, deben ir acompañados de actividad física. “Mantenete activo, sumá pasos y contagiate del movimiento. Elegí la actividad que más te guste. Recordá que la actividad física, además de controlar el peso corporal, fortalece los huesos y los músculos, mejora el estado de ánimo y disminuye el riesgo de padecer estrés, ansiedad y depresión. También, aumenta la autoestima, generando un mayor bienestar en las personas”.
Se trata de crear ambientes saludables y sumar hábitos que hagan bien al corazón.