El pisa brote es esa persona que, cuando te ve venir surfeando una ola de entusiasmo o siente la vibración que emana un torbellino de ideas (como si fuese más fuerte que ella), necesita recibirte de frente y con un sartenazo. Esas semillas que traías destinadas a dar fruto se encuentran con un fumigador experto que les rocía veneno directo en sus raíces.
Es cierto que el pisa brote lo hace también en su propia huerta, manteniéndola gris y desflorada. El tema es: ¿por qué siente la necesidad de avanzar sobre huertas ajenas? ¿Siente placer en el hecho de destruir o es más bien que en cada brote ajeno ve una amenaza propia? Me inclino por lo segundo.
Cuando alguien nos opera de pisa brote, lo más probable es que vea en nosotros una amenaza. La amenaza de que algo puede germinar, crecer, expandir. Y en esa expansión, tal vez, quedaría en evidencia su propia miseria. El miedo a que el otro se vaya de escala. El miedo propio a desaparecer.
El mecanismo del pisa brote es fácilmente reconocible. A todo le encuentra peros, dificultad, cansancio y miles de obstáculos. Se enfoca en hacer preguntas como, “¿a dónde vas con esto?”, “Pero esto ya lo vienen haciendo varios”, “Parece un desafío difícil. ¡Lo pensaría dos veces!”, “¿Te vas a meter ese nivel de carga? ¡Mirá que después hay que sostener!”, “El que mucho abarca poco aprieta, ¿eh?”, “Hacerlo es una cosa. Hacerlo bien es otra”, “¿Estás preparado? ¿Lo suficientemente preparado?”.
El pisa brote empieza a podar el entusiasmo llenándonos de miedos, de exigencias. Nos deja cansados y todavía no movimos ni un dedo.
¿Quién dijo que queríamos ser exitosas, hacer un bosque, que queríamos superar a algún ancestro o ser condecoradas? Solo teníamos ganas de embarcarnos en algo, explorar una idea, sondear si había algo. Con la mera guía de “ir haciendo” mientras “vamos viendo”.
Los pisa brote son figuras claras. Los tenemos detectados. Podemos reconocerlos. Pero si su voz nos afecta y la escuchamos cual megáfono, significa que, por mal que nos pese, tenemos un pisa brote interno. Puede ser tamaño bonsai, pero existe. Algún exigente, exitista, miedoso, fatigoso o víctima (propio), le está dando crédito a las precauciones “del miedo”. En nosotros hay alguien que comulga con esas ideas. Por eso prenden.
El pisa brote encuentra sus argumentos en el miedo y los usa para secar y paralizar. El brote, en cambio, tiene su raíz en el entusiasmo, en la creatividad, en la pasión, en la motivación, en el placer de hacer.
Vos elegís.
*Por María Freyte