En algunos casos, mantener el equilibrio nutricional que nuestro organismo necesita puede resultar una tarea compleja.
Esto puede darse por un tema de hábitos, gustos o rutina; por necesidades nutricionales puntuales en las distintas etapas de la vida; e incluso, por problemas de salud.
Pensando en mejorar ese desequilibrio, nacen los alimentos funcionales; que, además de contener los aportes nutricionales esperables para su clase, tienen determinados nutrientes agregados que favorecen el bienestar y la salud de quienes los consumen.
Hoy están especialmente indicados en grupos de población con necesidades nutricionales específicas como en niños, embarazadas y adultos mayores; situaciones de carencia o intolerancia a determinados alimentos; o personas que tienen algún tipo de riesgo como el que generan las enfermedades cardiovasculares, gastrointestinales, la osteoporosis y la diabetes, entre otros.
Para entender sus beneficios, te contamos cuáles son, en general, los componentes extra que pueden aportar:
● Vitaminas como las A, B, C y D.
● Fibras dietéticas solubles e indisolubles.
● Antioxidantes como los carotenos y el selenio.
● Minerales como el Hierro, Fósforo y Ácido fólico.
● Ácidos grasos esenciales como los Omega 3 y 6.
En los alimentos que comúnmente encontramos estos agregados son:
● Leches, yogures, mantecas o margarinas y fermentos lácticos
● Cereales y panificados como las barritas, cereales de caja, galletas y panes.
● Jugos de frutas.
● Huevos.
Si querés probar los alimentos funcionales, es importante elegirlos de manera inteligente. Pensá en las características y composición básicas del producto e incorporalo en tu plan alimentario de manera consciente sabiendo que, además, aportará algún nutriente específico y benéfico para tu salud. Y no te olvides de consultar con un profesional médico.
Recordá que, si bien pueden promover el bienestar, nunca van a suplir la falta de hábitos alimentarios saludables.
Dra. Florencia Rolandi, Médica Cardióloga, MN 100.667.