¿Cómo hacer para que los chicos coman verduras y frutas sin morir en el intento? No hay recetas mágicas, la clave está en dar el ejemplo lo que, en una versión positiva del famoso dicho, sería… no solo haz lo que yo digo, sino también lo que yo hago.
Los hijos copian lo que ven de los padres, lo bueno y lo malo. Si ven que odian las verduras, las van a odiar; si ven que las comen con ganas y saboreando, ellos también lo harán. “Es insostenible pretender que coman verduras de todos los colores cuando los padres no lo hacen. Es una oportunidad de rever la alimentación familiar, de incorporar nuevos alimentos de a poco, volver a probar verduras que antes no nos gustaban, probarlas en diferentes preparaciones”, dice Sabrina Gatti Wosner, Médica especialista en Medicina General y Familiar, creadora (junto con Karina Eilenberg) de los Talleres de Crianza Olilú y ambas autoras de Yo amo comer (Editorial Sudamericana).
Si está a mano es más fácil. Por eso, Sabrina insiste en que “lograr estos resultados tiene que ver con la oportunidad que tengan de comer frutas y verduras y que lo vean como algo natural que sucede en casa. Esto se logra viendo a sus referentes, que generalmente son sus padres, que también las comen, disfrutar de comerlas y que estén presentes en la alimentación diaria. La propuesta es que coman lo mismo que los adultos”. ¿Cómo?
- Empezando a ofrecerles verduras y frutas desde el momento en que inician su alimentación complementaria a los seis meses.
- Que estén en casa, disponibles para todos, niños y adultos.
- Que conozcan y las descubran tal cual son. No esconderlas en otros alimentos porque se dan cuenta y pierden la confianza.
- Es muy importante respetar sus gustos, sus preferencias y su apetito. Dejarlos que se autoregulen, si no quieren más es porque no quieren más, van a comer lo que necesitan.
- Dejando que exploren, experimenten, tomen confianza. A lo mejor hoy no lo quieren, lo tocan, mañana lo huelen y recién al tercer día lo llevan a la boca.
- Naturalizando el consumo de frutas y verduras.
Sin prejuicios
Pensar de antemano que el brócoli no le va a gustar o que la cara que hizo cuando probó una pera es de asco, no es una opción. “Algunos padres subestiman a sus hijos pensando que las verduras son feas y por eso, por ejemplo, no les dan ensaladas. Es lo que no hay que hacer. Tampoco hay que tratar de convencerlos para que las coman, muchos padres enaltecen algunos alimentos y demonizan otros. Si tenemos que convencer al chico de todos los beneficios de una verdura y decirle que si la come va a ser como su superhéroe favorito, lógicamente va a pensar que no va a estar tan buena y que por eso le dicen todo eso para convencerlo. Ahora, si tengo en la mesa espinaca y veo que a mi mamá o papá le gusta y que yo soy libre de elegirla sin que pase algo, seguramente la vea diferente”.
Antes de eliminar una verdura o fruta de la lista porque creemos que no le gustó, debemos pensar, dice la especialista, en que “están conociendo nuevos alimentos, que en ese momento puede ser que no lo quieran comer porque no les guste o tengan sueño, pero como es un alimento presente en la alimentación familiar ya habrá otro momento para ofrecerlo y se lo pueden cocinar de diferentes maneras”.
Para evitar frustraciones, debemos tener en cuenta también que “el mono menú no es amigo de los niños”, por eso “siempre hay que dar opciones y que elijan lo que quieran: un bol con tomates cherry, unos choclos, palta y milanesa, por ejemplo”, dice la creadora de Olilú.
Comer frutas y verduras no debe ser una obligación, sino un hábito natural, por eso la responsabilidad de los padres es, junto con el ejemplo, pensar cuál es la mejor manera de ofrecérselas.
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