Ya no alcanza con un buen blend o un buen añejamiento. El público más exigente busca opciones dentro del marco de la sustentabilidad. Incluso el precio más elevado parece no ser una traba. Pero ¿a qué nos referimos cuando hablamos de vinos orgánicos?
Los vinos naturales son producidos con uvas orgánicas y levaduras indígenas lo que minimiza el uso del azufre como antioxidante (o sea, de los sulfitos culpables del dolor de cabeza).
El término “cultivo orgánico” fue empleado por primera vez en la década de 1940 por uno de sus pioneros, el inglés Lord Walter J. Northbourne. Nacida como una respuesta a la agricultura convencional, la agricultura orgánica entiende a la finca como un organismo. El objetivo: mantener el suelo vivo y el equilibrio entre la finca y el medio ambiente. Permite el uso de agroquímicos naturales y los productos biológicos. Italia es el país con mayor cultivo de uva orgánica, unas 66000, y en nuestro país se estima que unas 4000 hectáreas de viñedo son certificadas orgánicas.
También existen los vinos biodinámicos donde la bodega entera tiene que ser autosustentable, reduce al mínimo los agregados externos. Muchas de ellas crían vacas y ovejas para el estiércol, compostan los residuos de poda, no usan agroquímicos sino preparados dinamizados similares a los homeopáticos y trabajan la viña siguiendo un calendario astral, con fechas de poda, cosecha y fertilizaciones establecida por las constelaciones. Las bases de este modo de producir fueron establecidas por el alemán Rudolf Steiner.
¿Conocías esta nueva tendencia?
*Por Meme Castro
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